Bella conspiración parte 1

Si todo comienza como debe ser, un día, una tarde quizás… quien sabe, la vida es tan impredecible, un día estas aquí, al siguiente te vas. Simplemente desearíamos vivir una eternidad, como un hada, ser seres mágicos, poder obtener lo que queremos, salir victoriosos de cada batalla. Pero siempre la dura realidad nos golpea, como un baldazo de agua fría, entonces en ese momento nos despertamos, nos levantamos y tenemos que seguir.

Entonces estaban en la corte, llenando de ecos los pasillos, tal vez un murmuro, que querrán decir? El pueblo de Grohst estaba ansioso, en la espera de algún veredicto, esperando algo positivo de ese reino que ya mucho no podía ofrecer, pero que todavía mantenía una extraña lujuria en los pasillos del palacio real, ubicado justo en medio de todas las casas. Como si no faltara mas, con solo una guerra, los primeros en sufrir eran los campesinos, luego venían los que tenían un oficio un poco mas alto, como los herreros y panaderos, seguían las casas de los soldados, luego las de los jefes militares, las capillas, y en el centro de todo eso, la casa real. Bueno, el arquitecto que dispuso la forma del pueblo habría pensado, muy sensatamente, “que primero sean los campesinos, la plebe debe morir por honor!”. Pobrecillos los de la plebe, confinados a ser los primeros en recibir el ataque. Deberían algún día juntarse y tomar el poder?, si son mas ellos que los de allá arriba. Seria un complot en contra la corona, tal vez. Pero ellos no serian capaces, un miedo los envuelve, ¿miedo a que? Al de más allá arriba… jaja, a Dios. Que podría hacer Dios eh? Si solo le basto con crear a los humanos y punto. –Que se las arreglen ellos…- dijo cuando decidió darnos libre albedrío. Y como mi libre albedrío va de la mano con la capacidad de relatar esto… no me queda más que contarles lo que paso en Grohst.

Si bien el mediano reino de Grohst se ubicaba en los suburbios de la ahora llamada Berlín, sus habitantes eran bastante particulares. Y como todo reino tenia su rey, su princesa, su milicia, su padre, sus panaderos, sus herreros, su bruja, y… y todas esas personas que puedas imaginar que vivan en un reino.

Todo fue por un campesino, un curioso y simpático campesino, quien vivía en el lado este del reino, -soy el primero en ver la salida del sol- solía decir el muchacho, cual edad no sobrepasaba los veinte años. Vivía allí, en una pequeña, pero cómoda casita, también lo acompañaban en la vivienda su madre (algunas veces, por que ella trabajaba en el castillo), y su hermano, pero sorprendía que no los hubiesen matado, si, como leen, algunas veces a los fenómenos de la naturaleza decidían sacarlos del mapa, por así decirlo, es que en algunas aldeas sostenían que los gemelos eran de mala suerte, o que traerían destrucción al pueblo y bla, bla, bla… este campesino, por cierto, llamado Bill, apellidado Kaulitz, salía todas las mañanas, antes de que el gallo cantase a juntar el rebaño y llevarlo a la colina, donde podían pastar tranquilamente. Por otro lado, su hermano Tom, se levantaba a eso de las once de la mañana, y se dedicaba a cultivar y recolectar las verduras y frutas de temporada, que eran plantadas en el terreno que les cedió el rey, con lo cual, luego cuando pasaba el “cobrador”, quien era un pequeño regordete barbudo, Don Ernest, Tom debía darle un cuarto de lo que se había recolectado. La madre de los Kaulitz, la señora Simone, trabajaba como costurera de la casa real, pero no era gran cosa, ella se dedicaba a remendar el ropaje del rey, de las princesas y de los demás cortesanos. Con lo cual la madre nunca estuvo de acuerdo, -porque no habré nacido en otro lugar, otra época?...- siempre se renegaba lo mismo, pero nunca lo dijo delante de sus hijos, ella los amaba, y no quería que los hijos lidiasen con el mismo problema.

Esa mañana Bill se estaba preparando, desayunaba, mientras miraba algunas carretas que pasaban –y ahora que problemas habrá?...- se dijo a si mismo, el sabia perfectamente que cuando las carretas andaban a esas horas por allí, no debía de ser algo bueno precisamente. Pero esta vez que era?, luego sintió que alguien tocaba a su puerta, Bill fue a atender.
-Bill, tu sabes en donde vive Banshee?- apenas el joven abrió la puerta, vio a su vecina, la chiquilla Steff Galez, de unos trece años, un poco extraña la joven, pero también muy divertida, con Bill eran bastante amigos, y hay quienes pensarían que llegarían a algo mas. El sorprendido por la pregunta de su amiga, la miro un poco raro, y dijo que no con la cabeza. –que es lo que pasa?
-es que el rey esta buscando un esposo para su hija, pero quiere que la bruja le de su consejos, ya sabes…- se acerco a el, y le susurro, -en realidad, le verdadera verdad verdadera, quiere que le diga quien es el mejor para manejar el reino…
-ahh…- el joven la miro de reojo, -entonces, tu sabes?
-no…- ella se cruzo de brazos y lo miro fijamente –el le va a dar una recompensa a quien se lo diga…
-recompensa, que recompensa?...- salía por detrás en joven Tom, medio dormido, y un poco cegado por los rayos de sol que comenzaban a abrazar el reino –valla, valla, Tom, tan temprano y despierto? Que milagro-
-cállate Bill, Steff, dime, tu sabes de cuanto es la recompensa?
-no… pero algo bueno debe ser… como para que este desesperado, como para buscar príncipe?
-Bill, mas vale que encuentres a la bruja esa, que no quiero seguir sacando la verdura de allá atrás
-Tom… eres tan ambicioso? Y no me importan tus problemas, si quieres la recompensa, entonces busca tu a la bruja… el que quiere celeste que le cueste
-esta bien, pero cuando me den la recompensa, no la compartiré con tigo, y tendrás que pasear ovejas por el resto de tu vida!- dijo Tom y se fue a la cama de nuevo –como digas Tom, pero los topos y los conejos van a seguir arruinando tus cosechas…
-pero, Bill, tal vez Tom tiene razón, mira si con la recompensa al menos te compras algo lindo en la nueva feria del pueblo… en vez de ir a vender las verduras que cosecha tu hermano y la carne de las ovejas…
-tal vez tengas razón, Steff, pero por algo estoy aquí no crees?

-pero que tarado es Bill, le dijo que dejara mis herramientas aquí!...- Tom, como loco buscaba sus elementos de trabajo, -buenos días!...- el regordete Ernest estaba en la puerta de entrada de los cultivos de Kaulitz, -que tienen de buenos?...- preguntaba refunfuñando el chico –para mi son buenos, sabes que vengo por el pago, del mes…
-si, si, ya sabe en donde están…- indicaba Tom ladeando la cabeza a un costado, y allí estaban, acelgas, tomates, naranjas, duraznos, albaca, perejil, lechugas, repollos, frutillas, zanahorias, orégano, y otras cosas más. –Que linda tu reja…- decía Ernest viendo el cercado enorme que había hecho el joven –si, ya sabe, los animales, vienen y se comen todo…
-mmm, mas vale que cuides tus cosas Tomas, no dejes que los conejos coman de tus manos sin que te des cuenta…- decía el señor, mientras sus ayudantes se llevaban la cosecha –por cierto, desde la semana que viene el rey querrá la mitad de lo que tienes
-que? Usted sabe cuanto me cuesta sacar estas cosas? La verdura no se cría sola, no señor
-exactamente, el sábado todos los cultivadores se reunirán y determinaran que cosas van a plantar, porque… luego deberán vender lo que plantaron, y con lo que ganen la mitad será para el rey… entendiste?
-que?... pero… el rey no puede…
-claro que puede Tom, es el rey…- Ernest tildo el apellido de los Kaulitz en la lista que tenia y se marcho.
-no puede ser!!!...- gritaba desaforadamente el joven tirando la pala que por fin la había encontrado en el medio de su cultivo.

-a que no sabes lo que paso?...- decía Tom sirviendo la cena a su hermano Bill, quien esperaba en la mesa –que?
-el idiota del rey quiere que ahora vendamos nuestros productos!
-pero eso esta muy bien… ganaremos mas dinero, o no?
-jaja… no lo creo, de lo que ganemos, la mitad es para el
-que?
-como escuchaste, y una cosa mas, el sábado hay reunión de cultivadores, cada uno decidirá que plantar para que así lo producido no se repite… el rey es un idiota, y que lo sepa todo el mundo!
-Tom, mejor baja la voz…
-no, no quiero! Y que pasa si elijo algo que puedo plantar solo en verano, eh? En invierno nos moriremos de hambre y nos quitaran la casa!
-que eres tu el idiota, al menos elige cuatro cosas que puedas plantar, dos que crezcan en invierno, y otras dos que crezcan en verano, aparte, hasta podría haber competencia entre vendedores, Tom, todos pueden plantar lo mismo y venderlos, tal vez uno tenga mejor precio que otro, pero otro mejor calidad, no?-
-pensándolo bien, tienes razón, es mas hasta la familia de Steff y la nuestra podrían juntarse… y podríamos trabajar en conjunto.
-ves, siempre hay soluciones, solo tienes que pensar un poquito…- decía Bill tocando la cabeza de su gemelo.

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